sábado, 8 de marzo de 2008

Fetiche Chinchorro en Marrho

En realidad no se si hayan funcionado dentro de la sociedad Chinchorra estas figurillas como fetíche, tal vez fueron juguetes de educación para la adultez, quizá fueron modelos para guiar la momificación, o tal vez simplemente producto del ocio de una persona que se aventuro en la talla de un "marrho", un palo botado por el mar, un trozo de arbol desarraigado en una crecida de río, curtido por el mar en que revento el invierno desertico, y que llego hasta las costas secas de posas encostradas en espejos salinos, quien sabe. Desde chico que me escapo a recorrer roqueríos, y siempre he visto la madera llegar y varar en la orilla, marrhos tan silenciosos y tan llamativos... este marrho lo talle en Cerro Guanacos arriba de caleta los Verdes, entre tillandsiales. Lo talle en ocio pero con una extraña necesidad de que esta figura naciera, estuvo guardada por largo tiempo en mi bolsillo, como marrho, tal vez en sus navegaciones y varasones vió a los chinchorr@s, tal vez me contó en rebotes de energia imagenes que se calzaron con mi busqueda.
Ahi esta tallada la imagen del pasado en la madera viva de pensamiento.
Me acuerdo que luego de esa tarde, la tarde en que lo tallé, en la noche, subí al cerro desde donde se veía clarito el sendero de los caravaneros, la pampa abajo estaba con una niebla bajísima, razante y estática, la luna llena me mostraba dibujos celestes en la tierra pedregosa, el salar hacia el sur brillaba platino y no sabía por que la madre tierra me regalaba esa "pacha vivencia", sabiendo que le iba a pedir perdón con los ojos llenos de lagrimas y el alma arrepentida por mi trabajo de arrebatarle a sus hijos de alas de roca, tenia el espiritu hecho mierda por haberle quitado sus hijos e hijas, no lo sabia. Los vi volar libres desplegando sus alas, vi sus colores piel de tierra y desierto, vi sus ojos gigantes y brillosos, como dos gotas de agua negra, les hable, les pedí perdón, yo ya estaba condenado. desde ese día nunca más. Desde ese día laboro por la vida. esa vez sin pesarlo talle momificación en un palo que me acompaño calladito desde mi mar a mi desierto, ese día entendi la necesidad vana de conservar lo muerto, ese día entendí que cuando creara en adelante fuera para seguir creando vida, o por lo menos asegurarla.

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