jueves, 8 de enero de 2009

Tristeza de Sequedades

Este es un cuento de ficción, nunca hubo nada relacionado a la matanza de la escuela 1, fuimos víctimas de las triquiñuelas académicas y políticas a los 100 años de la matanza... como estudiantes nos vimos utilizados, esto que escribí a continuación es ficción

Llego, 10:00 am. Miro el cerro Esmeralda, esta tapado de Camanchaca, testigo de la historia del Ike-Ike guanera blanquipequeña en el mar hasta nuestro Iquique puerto grande “como un salar”.  Estoy en el Servicio Médico Legal, (en remodelación), amurallado impide ver la obra interior, pido acceso en portería: “Sinior Guacjache, estudiante de arqueología, vengo a colaborar en las exhumaciones de la fosa” me presento argumentando. Camino entre andamios, de a poco comienzo a guiarme hacia la exhumación… es el cambio del olor del cemento al olor inconfundible de los cuerpos deshabitados, la fosa común.

Mis compañer@s de arqueología voluntari@s y el equipo del Museo Regional ya están trabajando, saludo a todos y me preparo lentamente mientras observo el escenario masivo de la vida detenida en el olvido, la ausencia de todo rito mortuorio y la última muerte del individuo, cuando muere la vida en la memoria para yacer en la fosa.

Pienso… aun se vive en el cementerio cuando los deudos extienden la vida del individuo inerte a través del rito de conservarlo, en la fosa en cambio, silenciosamente en las fauces calladas debe, tal vez, doler el abandono y la extirpación de la última posibilidad de vida, la memoria.

Busco donde trabajar, el resto del equipo minuciosamente han comenzado sus diálogos  silenciosos con aquellos que pueden decir, contando desde tiempos lejanos su historia tatuada en sus rostros, escrita en sus cuerpos , calada en sus huesos.

Camino, bordeo el yacimiento, la fosa es amplia, las murallas de concreto semienterradas semielevadas, rudamente contienen el rebalse de los olvidados, prisión post mortem. Me ubico entre tablones elevados para el trafico sobre el área de exhumación, y me dispongo a escuchar buscando diálogos desde el pasado detenido, silencios desperdigados en fragmentos de cuerpos que ya no, solo dicen aquí estamos. De pronto… un hombre adulto se presenta… su rostro seco, su barba recortada a navaja, sus mostachos largos… sacudo el tiempo aprisionado…  luego… de su traje de sastrería quitó el salitroso olvido recobrando sus alegres colores verdes gruesos, almidonados, de alguna esperanza silenciada… le pregunto en silencio a través de mis ojos, que tiempos se llevó consigo, y silencioso rompió en estrepitoso grito:

“a balazos y hoja fría callaron nuestro justo pedido”.

…En su pecho y su cabeza esta grabada la ley del “buen gobierno”, dos impactos terribles, la impronta de su destino, de ellos salían innegables verdades por un siglo negadas.

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